El Big Data. Mucho se habla de él e incluso son muchos los que  piensan que ha llegado para solventar nuestras dudas, necesidades e incluso darnos soluciones a secretos enigmáticos que surgen en el ámbito corporativo. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?

Vivimos en la Era de la comunicación. La información es poder pero, ¿somos conscientes de lo que tenemos? Tener todos los datos globales y específicos de no sirve de nada sino sabemos interpretarlos, analizarlos y gestionarlos con el enfoque necesario. Muchas organizaciones tienen en su poder toda la información, sin embargo, no toman decisiones ni pasan a la acción. Los datos y la información por sí sola no cambia nada; las adaptaciones de la estructura, políticas, procesos y personas las deben efectuar los equipos directivos de cada empresa.

Por poner un ejemplo, muchas empresas llevan años recopilando información sobre los motivos por los que sus personas deciden marcharse de esas organizaciones. Recopilan esos datos con unas exhaustivas entrevistas con diferentes parámetros. Pero suele ser bastante genérico dentro de este grupo de empresas el que no se acometan los necesarios cambios con las conclusiones a las que llegan. Lo triste es que las personas se siguen marchando de esas organizaciones, porque algunos directivos aun piensan que “los que no estén contentos ya saben dónde está la puerta”.

¿Dónde está el problema? Por lo general, la recopilación de datos o información se plantea en muchas empresas como un fin en sí mismo y no como un medio para un propósito mayor y diferente. Imaginemos que una empresa sabe que sus personas se van rápidamente y quiere revertir eso. Para eso decide averiguar las razones y tener claro de qué posiciones y departamentos se va más talento. Esto lo hacen con el firme propósito de cambiar su política de personal en 180 grados implementando nuevas medidas para tener a sus personas contentas y motivadas. Si una persona está a gusto con sus condiciones y puede desarrollarse en esa organización no se irá. Esto es lo lógico, aunque la realidad nos dice que muchas empresas son conocedoras de las razones por las que sus personas les abandonan pero no hacen nada para remediarlo. ¡Tremendo error! Las empresas se gastan recursos económicos en recopilar información con la que no se hace nada. Pero más importante es que se pierde talento valioso por no saberlo tratar ni escucharlo.

A la información que recopilamos la debemos dotar de razones, enfoques y acciones que ayuden a cambiar las cosas que fallan, no funcionan o han quedado obsoletas.

Uno de los grandes enemigos del big data es el miedo al cambio. Muchas organizaciones que recogen todos los datos y tienen ahí los indicadores que les guiarían para saber que cambiar, no hacen nada por desidia. Cuantas veces escucho la frase de “las cosas aquí siempre se han hecho así”, cuando lo realmente importante sería plantearse si las cosas funcionan ahora haciéndose así y si aportan los resultados necesarios. Algunas organizaciones se hunden por su propia inoperancia. Todos recordamos a la empresa Nokia que en la década de los años 90 fue líder en teléfonos móviles; su falta de adaptación y evolución hizo que otros la borraran prácticamente del mapa. No supo dar a sus clientes lo que éstos querían. El que haya funcionado algo hasta la fecha no quiere decir que lo haga de por vida.

Es por eso que, El Big Data nos proporciona la información y los datos que nos permiten tomar las decisiones que nos ayuden a que nuestras organizaciones evolucionen de la mejor manera posible.

Como siempre digo, hay organizaciones que siguen operando como un castillo inexpugnable, donde sus dirigentes creen que la información les da poder y deben dosificarla. Esto es un gran error. Debe existir claridad con la información para tener transparencia con nuestras personas. Involucrar a todas las personas en el devenir organizacional suele ser la mejor decisión en la mayoría de las veces. Se debe pedir a las personas que propongan ideas que ayuden a mejorar su trabajo y al mismo tiempo, dejar claro que se estudiará la viabilidad de esas propuestas. Es más, es bueno implementar las mejores para que vean que se cuenta con las ideas de sus personas. Por el contrario, se suele perder a los trabajadores cuando ven que todo lo propuesto termina en un cajón o que se piden esfuerzos que luego no se valoran.

Los datos nos deben permitir tomar las mejores decisiones y tener detectadas a las personas que mejor acometen su trabajo, que más se involucran y que están alineadas con la organización. Lo que no podemos hacer es premiar a la gente que mejor trabaja con más trabajo porque esto acaba cansando a todo el mundo.

El big data debe permitir a las empresas transformarse no solo con nuevas herramientas y aplicaciones sino en el ámbito de competencias blandas. Debemos crear espacios de trabajo más flexibles en donde la toma de decisiones sea más justa y rápida. Conseguir que una empresa sea un buen lugar para trabajar y desarrollarse es responsabilidad de todas las personas que forman parte de una empresa. El buen ambiente se percibe y transmite por todos los lados.  Para que esa información y datos fluya, se debe mirar con perspectiva y pensar en el plan posterior, con sus fases, fechas y objetivos. Si ya sabéis lo que no funciona, retrasar los cambios no nos va a hacer avanzar. Todo se puede revertir con ganas, voluntad y toma de decisiones inteligente.

No seamos almacenes de datos sino procesémoslos y que nos ayuden a crecer, desarrollarnos y alcanzar el éxito de una forma natural. El big data nos pone delante poder tener unas organizaciones saludables y saneadas en todos los aspectos. Nada que permanece impasible durante décadas funcionará.

¿Qué debería cambiar en vuestra organización para que no quisieras marcharte?

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