Foto propiedad de Juan Martínez de Salinas MurilloAunque ya haya pasado un poco a segundo plano, todos nos hemos quedado estupefactos con el caso de Francisco Nicolás Gómez-Iglesias que se ha conseguido colar en grandes eventos de la sociedad de varios ámbitos de nuestro país y que con más sorpresa ha llegado a reunirse con grandes personalidades, moviéndose como pez en el agua. Os recomiendo leer este interesante artículo titulado ¿Sabes venderte como el ‘pequeño Nicolás’? para que os podáis hacer una idea del tema.

Personalmente, lo primero que me sorprende a mí es que tiene mucho peso el vender seguridad sobre nosotros y que nos creamos lo que vendemos. Sin embargo, debajo de eso debe existir una realidad que podamos presentar y que no sea humo. Lo que sorprende es que en este caso al ver a Nicolás codearse con gente importante, se presupone que era de fiar. Creo que la confianza se debe ganar con independencia de que la persona que acabamos de conocer venga referenciada por alguien que ya conocemos. No deja de ser alguien que acabáis de conocer con buenas referencias que ahora debéis de verificar y haceros vuestra propia imagen con tiempo e interactuación con esta persona.

En el caso de Nicolás, vendía su red de contactos con las fotos que tenía con personalidades de nuestro país. El tener fotos con gente influyente no supone que los conozcamos en exceso ni que hayamos colaborado con ellos. Esto se demuestra con hechos sólidos y reales. El tema es que muchas personas se quedan atontadas con el enseñar una foto con alguien conocido. Estas personas conocidas se hacen fotos con cientos de personas.

Pero en el mundo de los mortales, las cosas no son tan fáciles… aunque tampoco están tan alejadas. En ocasiones, vemos como la gente más experta en un tema no tiene por qué ser la más conocida en su ámbito… A veces, porque les suele faltar tablas en el “cortejo y venta” a los círculos de poder y decisión. Y tampoco olvidemos que aquellos que tienen potestad para elegir a unos o a otros… les encanta que les doren la píldora y que les digan lo que quieren oír. Es un juego que uno tiene que decidir si acepta o no.

Personalmente, creo que uno debe vender realidad, profesionalidad y hechos, mostrando lo que sabes hacer sin excesiva decoración. Y que los círculos de poder pidan referencias o las contrasten. Muchas veces, se dejan llevar por el ruido y la parafernalia que llevan algunas personas. En con estos cuando nos deberían saltar las alarmas, sobre todo si son personas que acabamos de conocer y que ya nos venden las grandezas, nos proponen grandes proyectos y cuantiosas ganancias; nadie hace eso nada más conoceros. Esto puede llegar, qué duda cabe, pero no a la primera de cambio y nada más conocernos.

Las cifras, vistas y visitas a ciertas webs, además de otros datos de algunas personas no son nada sin los hechos que avalen su trabajo y la satisfacción de los clientes que ya han contratado esos servicios. No obstante, solemos vivir en un mundo en el que importan más los números que el trabajo bien realizado. Los datos son importantes pero con la adecuada interpretación, análisis y evaluación.

Suele ser usual el que ciertos nombres o personajes tengan una atracción especial, como deportistas, famosos… A veces, incluso gente supuestamente especializada en un sector de otra Comunidad Autónoma o País, mientras que se suele desechar o no cuentan con un gran experto en esa materia de su provincia o comunidad autónoma. Como se suele decir, nadie es profeta en su tierra. Cuando a los primeros que se debe dar cobertura y hueco es a los grandes profesionales de las diversas materias existentes en vuestro territorio. Quizás no lleven tanto bombo pero sí que tienen un peso consolidado, con contenido y material sobre la materia en la que son conocidos. Las marcas con solera son las que llevan tiempo y siguen con su trabajo, con independencia de que les doren la píldora o no.

Casos como el de Nicolás ocurren todos los días aunque no salen en prensa porque no es tan evidente ni mediático como este caso. Muchas veces nos venden a alguien que dará una charla, taller o conferencia como que es la bomba y tras acudir te quedas igual que estabas porque se ha prometido mucho y después se ha quedado en nada. Algunos ponentes se piensan que la clave es entretener y que la gente pase el rato. Si una charla es amena, qué duda cabe… se pasa buen rato, pero tiene que haber un mensaje detrás. Uno no va a una charla para ver un payaso o un cómico (a no ser que ese sea el fin, claro está). 

Por supuesto, que de forma categórica digo que la gran mayoría de personas que son conocidas en su área profesional y que llevan tiempo en eso es por que lo valen. Sin embargo, se debe contrastar y haceros vuestra propia idea. Os recomiendo que no deis nada por hecho ni os dejéis emborrachar por los datos y números que os presenten.

Una buena marca conlleva mucho trabajo, esfuerzo, evolución y preparación constante. La frase “He venido a hablar de mi libro” con independencia de a quien vaya dirigido ya no vale. La adecuación y adaptación es cada vez más necesaria.

Os recomiendo que contrastéis la marca de alguien por vosotros mismos, buceando, preguntando, buscando información, viéndole en acción, contactando y charlando con el.

Cuéntame tus experiencias con algún Nicolás que conozcas en tu área profesional.