Fotos Juan 2011 2012 y 2013 1264El liderazgo es algo fundamental pero muy complicado de materializar y realizar de forma efectiva. Está claro que el liderazgo 1.0 al que yo denomino  “ordeno y mando” cumplió su papel décadas atrás. Sin embargo, en el actual siglo XXI se requiere un liderazgo 2.0 al que yo llamo “colaborativo, flexible y global” fundamentado más en lo que pueden aportar las personas en conjunto y no a título particular.

Las personas tienen claro que el líder 1.0 ya está enterrado hace años y que ahora ya solo existen líderes 2.0. Sin embargo, la transición no se ha completado y aun siguen existiendo muchos líderes 1.0 en entornos de personas globales. También, el periodo de recesión en el que nos encontramos ha permitido tomar de nuevo posición y poder al líder 1.0 autoritario y despótico. Pero… ¿es el más adecuado para la empresa?

El líder 1.0 de “ordeno y mando” es aquel que aun se mueve por la élite y solamente se relaciona con las personas del mismo escalafón jerárquico, es decir, con los otros jefes o líderes. Independientemente de que asistan a un evento, comida o jornada de su organización solamente hablan, se sientan, relacionan e interactúan con las personas de su mismo rol profesional. El resto de personas son plebe de su compañía que no está a su nivel ni altura como para poder relacionarse con ellas. No debemos olvidar que un líder o jefe antes que nada es persona y como se comporte nos dice mucho de qué tipo de personaje es en realidad.

Algunas empresas aun fomentan los equipos directivos 1.0 donde solamente pueden ir a determinadas comidas las personas con cargo directivo y no en función de las personas que tengan relación con el personal de la fabrica o de la delegación correspondiente.

Las empresas que destacan, no obstante, suelen poner en valor el recurso humano que las forma, porque creen que todos son necesarios para que la empresa funcione de forma efectiva y cada uno tome su trabajo como parte de un engranaje que posibilita el buen funcionamiento del conjunto. Un líder global es aquel que da ejemplo, que reconoce sus errores, que no tiene inconveniente en escuchar las ideas de cualquiera, que no duda en arrimar el hombro el que más, que tiene perspectiva, que no olvida el trabajador o colaborador que un día fue, que se comunica con sus personas, que permite desarrollarse a sus colaboradores en sus áreas de especialización, que permite innovar y desarrollar nuevas ideas. Es decir, un líder flexible, que está en la sombra marcando un rumbo colectivo.

Sin embargo, si uno habla con sus entornos cercanos de personas de los lideres existentes en las organizaciones en los que esas personas trabajan, uno retrocede mentalmente décadas y casi nos hace trasladarnos a los líderes existentes en siglos anteriores. Aun muchas personas cuentan que sus jefes son aquellos que dicen frases que se quedan grabadas en nuestras tarjetas mentales como “yo no te pago por pensar” “aquí se hace lo que yo digo” “a mí no me grites” “yo por ser jefe siempre tengo razón” “Quiero escuchar lo mismo que yo pienso” y algunas otras perlas que todos en algún momento de nuestras carreras profesionales hemos escuchado.

El líder 2.0 “colaborativo, flexible y global” es aquel que apuesta por empresas diáfanas, abiertas, sin muros, ni escalafones. Es decir, instalaciones son cubículos o despachos cerrados para los líderes sino que todo el mundo se mezcla en mesas con independencia de la posición que ocupa. Lo que existen son áreas cerradas para ser utilizadas por cualquier persona que lo precise para reunirse, hablar o tratar temas importantes, confidenciales o estratégicos.

Puede ser cualquier persona, con independencia del puesto que ocupe en su organización. Una persona que forme parte del staff puede ser un gran líder que aporta buenas ideas, colabora de forma eficiente con sus compañeros, aporta un valor añadido a su trabajo, escucha, sabe reconocer cuando se equivoca, es humilde y se comporta con una persona coherente y objetiva.

Liderar en la actualidad debe ser algo colectivo y grupal. Una persona que ocupa el puesto de jefe tiene poder por la posición que ocupa, pero eso no le hace líder. Para transformarse en líder debe dar valor a toda su red de colaboradores internos. Un jefe no es nada sin sus trabajadores porque todos aportan su granito de arena para permitir que la empresa alcance sus grandes éxitos.

El líder 2.0 “colaborativo, flexible y global” es aquel que sabe escuchar los diferentes puntos de vista, que no impone sus ideas, que acepta las mejores opciones con independencia de quién vengan. El líder 1.0 de “ordeno y mando” es aquel que solamente oye, que siempre tiene razón, que no acepta que otros le contradigan, que solamente valen sus ideas, siempre tienen la culpa los demás de los errores corporativos.

Está claro que liderar no es fácil porque debemos asumir que las relaciones humanas son complicadas y dirigir personas nunca es fácil. Los trabajadores, al ver los toros desde la barrera, pensamos que ser líder es sencillísimo. Ser líder no supone solamente quedarnos con las cosas positivas como puede ser la mayor remuneración, porque eso también supone tener mayor nivel de responsabilidad, asumir nuevas funciones, gestionar personas asumiendo que esto supone preocuparse por ellas, confiar en ellas, enseñarles, distribuir el trabajo de una forma global con visión estratégica.

Sin embargo, no podemos mirar para otro lado y el hecho de que aun existan más líderes 1.0 de “ordeno y mando” y menos líderes 2.0 “colaborativos, flexibles y globales” es responsabilidad de las empresas. Las empresas no enseñan a las personas que ascienden a ser líderes, no existe una política homogénea de líder dentro de cada compañía, no existe un periodo formativo de transición donde se van aprendiendo de forma práctica y real lo que conlleva ser un líder global. Normalmente las empresas piensan que al ascender a una persona ya está capacitada para ser líder, qué se busqué la vida y que aprenda sobre la marcha. Esta falta de planificación, previsión y estrategia en las políticas de liderazgo corporativo fomentan la diversidad negativa y positiva de líderes. A veces, uno copiará las técnicas de liderazgo que ha visto de sus jefes con independencia de que sean positivas o negativas.

Por lo tanto, las empresas deben tener claro y definido qué tácticas de liderazgo son admitidas y cuales son intolerables en los líderes que forman parte de sus plantillas. Está claro que después, cada líder mostrará su esencia y sus competencias. Sin embargo, todos deben tener la misma forma de proceder con sus personas. Es decir, todos los líderes de una compañía deben escuchar, preocuparse, permitir el desarrollo de sus personas, hablar los problemas que surjan, etc. Este tipo de parámetros los debe marcar la compañía y supervisar que todos sus líderes cumplen esos mínimos que les han enseñado en su período de adaptación. No todas las personas valen para ser líderes dentro de una organización. A veces, algunas empresas se obcecan en que determinada persona que hace bien un rol asuma otra posición con personas a su cargo. Es decir, no escuchan el parecer de esa persona sobre esa decisión corporativa. Ser líder debe ser algo voluntario y aceptado de manera consciente y meditada.

Las compañías no pueden tener unas políticas solamente para que sean cumplidas por los trabajadores y no por los líderes. Una empresa global es aquella en la que los primeros que cumplen las reglas son los líderes. A veces se confunde ser líder con pensar que eso nos da alas para hacer lo que nos dé la gana. No podemos pretender que nuestros trabajadores sigan los procesos de trabajo si los primeros que comunicamos las órdenes de trabajo sin seguir el guión corporativo marcado somos los líderes que hemos decidid
o esa normativa.

Lo que está claro es que un líder no nace sino que se hace con los pasos, acciones, decisiones y el ejemplo que da a lo largo de su trayectoria profesional. A veces, ser un buen líder supone desaprender y olvidar técnicas permitidas en otras compañías. Otras, lo mayoritario no significa que sea la forma de proceder correctamente.