Hace unas semanas tuve la suerte de ver la película “The Company Men” que trata de lleno la situación que han vivido muchas píndiceersonas que estaban en la cima profesional y que, de un día para otro, se quedan sin trabajo.

Lógicamente no voy a contar los entresijos de la película porque creo que es conveniente que la podáis ver y no es cuestión de ir chafando la historia.

Refleja muy bien esta película las diversas fases por las que pasa una persona que se queda sin trabajo. La primera es la de pensar que rápidamente podrán colocarse de nuevo en algo similar a lo que tenían, luego llega la negación de que eso les este pasando a ellos, más tarde comienza la desesperación de tocar fondo y a partir de ahí comienza la asimilación y reacción frente a la nueva situación.

Un mensaje claro es que no sobreviven a la crisis los más fuertes sino los que mejor saben adaptarse y flexibilizarse antes las nuevas circunstancias. Por otro lado, debemos asumir que de todo se aprende y que es mejor estar trabajando que quedarnos de brazos cruzados sin hacer nada.

Igualmente, las personas debemos saber valorar lo importante en la vida y está claro que el trabajo es importante, sin embargo, no lo es todo. Es decir, no se acaba la vida por perder el trabajo; simplemente es un escollo en el camino que deberemos asumir y adaptarnos a esa nueva situación.

Cada nueva etapa profesional es diferente y en cada una de ellas nos tocará empezar de nuevo, demostrando de lo que somos capaces sin pensar que ya tenemos el trabajo hecho por nuestra experiencia profesional acumulada.

Las personas debemos asumir que la dignidad no nos la da el puesto que ocupemos sino cómo afrontemos las etapas que nos toque vivir en cada momento.

Con paciencia, esfuerzo y trabajo todo llega aunque no sea de forma inmediata. Siempre tenemos cosas que aprender y que seguir mejorando.

La cuestión no es estar arriba o abajo en el escalafón de una organización sino el tener claro que todos somos capaces de estar en ambos lados y que ambos son igual de dignos y respetables.

El ser humano, por el afán de supervivencia, tiende a mirar solamente por si mismo y debe tener claro que todos necesitamos la ayuda de otras personas y eso comienza por brindar nuestra ayuda a quien la precise. Se debe fomentar el trabajo en equipo de aquellas personas con las que coincidamos en la misma situación.

La actitud “yo contra el mundo” es respetable, sin embargo, no os hace más que daño que si no sabéis reaccionar puede haceros perder las cosas realmente importantes.

Las empresas deben asumir de una vez por todas que sus personas no son costes y deben tratarles como lo que son, no como meros números con independencia de que deban despedir en más de una ocasión de forma irremediable a personas muy valiosas.

Por otro lado, debemos tener claro que todo pasa y todo llega, eso sí, nunca es cuando nosotros quisiéramos porque en más de una ocasión las cosas llevan más tiempo del deseado. No importa lo que nos pase sino como reaccionemos a lo que nos pasa.

Asumo que decir esto es muy fácil y más complicado hacerlo. Yo en su día, cuando me quedé sin trabajo a principio de esta crisis, pasé por esas fases y realmente aprendí cosas que me hicieron crecer como persona y avanzar. Las dificultades me ayudaron a ver las cosas de otra forma y a saber valorar lo realmente importante.