En pleno siglo XXI uno pensaría que aquellos tiempos del derecho de pernada propios de un régimen feudal habían quedado en el pasado. Desgraciadamente, no es así. Se sigue escribiendo mucho sobre el liderazgo y la importancia de tener buenos líderes al frente de las compañías y los equipos de trabajo, pero sigue abundando el líder autoritario. Los buenos líderes están en peligro de extinción y entiendo que ser un responsable nunca es fácil, pero no puede ser que lleguemos a la situación de… es así y todo vale.
Un buen jefe se demuestra por sus hechos, acciones y comportamientos y no por sus palabras. Yo hablo con muchas personas sobre sus responsables, jefes y líderes para ver si es verdad que están cambiando los comportamientos y se está evolucionando por el camino adecuado. Aunque determinados ejemplos le hacen a uno perder la fe.
Hace poco me comentaba una amiga que su jefe le estaba levantando la voz y ella le contradijo lo que decía y alzo la voz y la respuesta de su responsable fue “Tu quien eres para tratarme así” y finalizo diciendo “Que fuese la última vez que le llevase la contraria” y estamos hablando de un responsable de una gran multinacional. Vamos que este jefe se puede catalogar dentro de los jefes feudales que tienen como máxima el lema “Aquí se hace lo que me place porque para eso soy el que manda” y el que no lo cumpla ya sabe dónde está la puerta de salida. Este tipo de responsables se piensan aun que siempre tienen que tener la razón y que las cosas se deben hacer porque son jefes con independencia de que tengan razón o no.
Este tipo de responsables abundan más de lo que nos gustaría y suelen estar en esas posiciones por otro meritos ajenos a los profesionales. No todo el mundo vale para ser jefe y cuando se nombra a alguien responsable se le debe formar adecuadamente para que no cometa errores. Aunque lo más habitual es dejarle a su libre albedrio y que se busque la vida. El respeto de las personas que tenemos a nuestro a cargo nos lo tenemos que ganar con nuestras acciones y profesionalidad con ellos. Para empezar, no podemos exigir a las personas de nuestros equipos que hagan algo que nosotros, sus responsables, no respetemos. El dar ejemplo es algo vital en un buen jefe y si queremos que los demás cumplan algo, que mejor que nos lo vean hacer sin dudarlo. A muchos jefes se les llena la boca exigiendo puntualidad, cumplimiento de procedimientos, fichar las incidencias, etc.; aunque eso es para los demás y no para ellos.
La forma de actuar de los responsables en una organización debería ser coherente, objetiva y uniforme, es decir, que todos los responsables ante las mismas cuestiones con sus personas actuasen de la misma forma. Debe existir una política de liderazgo corporativo y formarse en ella. De nada sirve que exista si no se cumple.
Un responsable ha de comportarse con sus personas tal y como le gustaría que lo hicieran con él si fuese un colaborador de un equipo. No sirve de excusa para tener una actitud inadecuada de jefe el que no hayáis tenido buenos jefes. Porque aun esto sirve más de razón para hacer las cosas de otra forma.
Los jefes feudales tienden a marear a sus personas, es decir, un día les dicen “arre” y al día siguiente “so”, sin que medien razones lógicas para ello. Una persona no puede hacer todo a la vez, si está viajando no puede gestionar expedientes o asistir a reuniones en la oficina, es decir, se debe priorizar.
En algunas organizaciones se exige a los trabajadores un esfuerzo extra por menos y se justifican los recortes de salario y de plantilla para sobrevivir. Esto se puede llegar a entender si existe una coherencia. Sin embargo, en más de una compañía con esas exigencias, se ha reforzado la cúpula directiva sin razón lógica con el coste añadido, cuando se ha despedido a personal de base que hacía un trabajo necesario y vital desde el punto de vista operativo. Este tipo de acciones y decisiones deben explicarse porque el silencio no ayuda y hace que las personas se revelen.
Como ya he comentado en otras ocasiones los jefes no pueden decir que sus personas y el talento es lo más importante para ellos y después comunicar los despidos sin humanidad alguna. En determinadas ocasiones los recortes de personas no se pueden evitar, sin embargo, son personas y las debemos tratar como tales. Por ello, las formas del despido son muy importantes y harán que el sabor con el que se quede la persona despedida sea diferente.
No olvidemos que los jefes no nacen sino que se hacen con el tiempo. Todos nos equivocamos pero la forma de ver si hemos aprendido es rectificando y pidiendo disculpas en caso de ser necesario. Los jefes también pueden y deben asumir sus errores como lo hacen los demás.
Cuéntanos tus experiencias con los directivos feudales.
Estupendo post Juan! Es sorprendente que este tipo de situaciones tan lamentables sigan produciéndose hoy en día, me temo que más a menudo de lo que nos podemos pensar. Como bien dices, un jefe se va haciendo con el tiempo…y con su equipo, sin el cuál no debería olvidar que no llegaría a ningún sitio.
Otro ejemplo, muy reciente y que no es de ninguna multinacional, es el del restaurante del programa del cocinero Alberto Chicote de ayer («Terror en la cocina»); me da la impresión que el jefe de este negocio está cortado por el mismo patrón que el jefe de tu amiga. Con frases como «yo aquí soy el put* amo» o «si no estoy con el látigo y la metralleta, esto no funciona» es complicado que ningún equipo de trabajo, sea del sector que sea ni de las características que sea pueda funcionar.
Te dejo el enlace: http://tinyurl.com/amb2el3
Esperemos que este tipo de personajes caigan en la cuenta del daño que causan en las empresas y aprendan a trabajar de otra manera, o por el contrario que vayan desapareciendo de los puestos de responsabilidad más pronto que tarde.
Un saludo, buena semana y #mañanamásymejor!! ;D
Hola Jesús,
Gracias por comentar.
Increíble el caso que comentas, sobra los comentarios. Los responsables deben darse cuenta que sus equipos de personas son vitales para su éxito y deben cuidarlos y escucharlos. Son casos aislados o eso quiero pensar pero últimamente están saliendo a la palestra mucho más de lo recomendable. Este tipo de comportamientos nos hacen ir hacia detrás y perder lo que estábamos avanzando. El grito y el látigo en sentido figurado no solucionan nada porque consiguen enfurecer, amedrentar y hacer que se trabajé menos.
Saludos,
Juan
Hola, Juan.
Lamentablemente, me temo que lo que comentas está muy a la orden del día, debido a la situación de crisis que vivimos. Por una parte, provoca que los jefes también estén más nerviosos (hasta ahí, es hasta cierto punto lógico, otra cosa es que se pasen de la raya). Y por otra parte, algunos «se quitan la careta» del buenrrollismo. Si en épocas de bonanza se hacían los buenos para que sus empleados estuviesen contentos y no se fuesen a otro lado, ahora aprovechan la falta de trabajo para usar el «ordeno y mando» sin contemplaciones, sin darse cuenta de que eso va en detrimento del rendimiento y de los resultados que van a obtener.
En fin, que debería ser una especie en vías de desaparición, pero por desgracia, hoy en día está en crecimiento.
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Hola Pablo,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
Está claro que la crisis y los malos resultados hacen que los jefes tengan que ser realistas pero no despiadados con sus equipos de trabajo. El pasarse de la ralla de lo aceptable no tiene justificación ni en los malos momentos. Es más en las situaciones límites es donde realmente se ve quien tiene madera de líder y quién no.
Coincido contigo en que estos comportamientos van en aumento por desgracia porque muchos jefes saben que hoy en día las personas aceptan cualquier cosa.
Saludos,
Juan
MUY BUENO EL ARTICULO, REFLEJA LO QUE NOS ENCONTRAMOS HOY Y LO QUE NO CONSEGUIMOS CAMBIAR.
Hola Juan,
Me gusta mucho el post, y por cierto, podria poner muchos ejemplos de jefe feudal, lamentablemente, muchos mas, que de «buen lider» o «lider eficiente».
Aunque se intenta cambiar la mentalidad, en la mayoria de los casos la realidad es bien distinta, como apuntabais en comentarios anteriores, el jefe, el “lider”, o simplemente la persona que se encuentra o se cree en una posición funcional superior a otra, aprovecha el panorama actual y tiende a abusar de su “poder” creando frustración y fracaso en su entorno. Sin embargo, se esta demostrando que favorecer el buen clima laboral, motivar a los empleados, ayuda a mejorar los buenos resultados. De ahi, me surge la siguiente cuestion, si somos capaces de cambiar y adaptarnos a lo largo del tiempo a diversidad de cambios porqué en el momento que se asumen nuevas responsabilidades que implican gestion de personas, se tiende al autoritarismo…
saludos.
Hola Sonia,
Gracias por participar y me alegro que te parezca interesante el artículo.
Saludos,
Juan
Hola Isabel,
Gracias por pasarte y participar en mi blog. Muy acertada tu reflexión.
Efectivamente, este tipo de responsables abundan más de lo que nos creemos y todos tenemos ejemplos de jefes que encajan con este perfil. Yo afortunadamente me he encontrado con buenos ejemplos de jefes.
Debemos de colaborar y adaptarnos a los cambios. Sorprende como personas que ocupan puestos base que colaboran y participan al ser ascendidos se transforman a peor. Suele ser porque lo que ven a su alrededor en la cúpula es eso y se tiende a imitar con independencia de que lo veamos correcto o no. Aun nos queda mucho camino por recorrer en estos temas.
Saludos,
Juan
Muy bueno, Juan, como siempre. Es así de triste la situación que reflejas. Y lo peor es que además en su interior piensan: «si mando tanto es por que soy bueno y si soy tan bueno, no tengo que aprender de nadie» y así seguimos como decir Peter siendo dirigidos por incompetentes, prepotentes.
Menos mal que hay luces en las sombras y también buena gente y profesionales que nos dan muestras también del caso contrario: directivos que no paran de prepararse, que tienen la mente abierta y que saben aprovechar el talento propio y el del equipo. A esos habría que ponerles una estatua en el parque 🙂
Hola Juan,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
Efectivamente, este tipo de jefes se piensan superiores al resto y su prepotencia y ego es tal que son inaguantables. El poder muchas veces nubla el sentido y al final llevan a la ruina sus departamentos y en alguna ocasión a sus organizaciones.
Dentro de la tempestad y la oscuridad, tibiamente surge un rayo de luz producido por determinados líderes que quieren cambiar la situación y empezar de cero. Eso sí, tiene que convertirse en lo habitual y desgraciadamente queda mucho para eso.
Saludos,
Juan
Casos extremos como estos existen. Por tanto, se convierte en una cuestión relacionada con el CÓMO gestionar a estos jefes, o incluso a la situación en sí (¿le puenteamos?, ¿abandonamos la empresa?, ¿hablamos directamente con él/ella?).
Hola Miguel Ángel,
Gracias por participar.
Ciertamente son complicadas de responder las preguntas que planteas. A muchos de estos jefes el plantarles cara o llevarles la contraria supone tarjeta roja y expulsión. Creo que lo mejor es dejarse llevar por el sentido común buscando un término medio que nos permita sobrevivir de forma tranquila. Quizás una estrategia a sondear sea hacer ver la situación de forma velada a su responsable directo y ver si esta receptivo a nivel comunicativo.
Saludos,
Juan
Muy buen articulo, y por desgracia a la orden del día…. He tenido el placer de toparme con un jefe así…. y al primer «plante», después de tragar carros y carretas, ya podéis imaginar que paso, tarjeta roja y expulsión!
Un bonito Máster plantado en la pared no hace a un buen jefe, ni un buen líder, hay que saber tratar a las personas, que, aunque nos paguen el sueldo, no son nuestros dueños, y esto, hay mucho que no saben diferenciarlo!!
Hola Nuria,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
Efectivamente la titulación ayuda, sin embargo, no le hace a uno capacitado para ser jefe y mucho menos líder. Las personas que dirigen a equipos de gente tienen que saber que no son sus dueños y eso supone aceptar su punto de vista. Las jefes se equivocan como todo hijo de vecino y ser un buen profesional supone reconocerlo.
Aun por desgracia nos queda mucho camino por recorrer y viendo la situación actual da la impresión que poco hemos aprendido.
Saludos,
Juan
Estoy totalmente de acuerdo con lo planteado en el artículo. Este tipo de jefes, que aún perviven, esperemos que sean una especie en extinción.
Quiero pensar que cada vez hay más jefes que desde el auténtico liderazgo y la responsabilidad social con los clientes internos aprovechan los potenciales humanos en pos del rendimiento de la empresa y de la propia satisfacción de todos los grupos de interés.
Hola José Mª,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
Efectivamente, estos jefes existen aun por desgracia más de lo que nos gustaría Espero que nuestra sociedad tenga tolerancia cero ante este tipo de personajes que hacen mucho daño en las compañías. Aunque no podemos olvidar que los verdaderos culpables son las empresas por permitir a estas personas en sus filas y eso no dice mucho a su favor.
Saludos,
Juan
Real como la vida misma! Pero ahora parece que se «justifica» por la crisis… Lo malo es que tratamos de buscar como defendernos sobretodo psicológicamente, pero no hay manera.
No se debería permitir y las personas en esos puestos deberían estar más formadas en todos los aspectos, además de conocer al dedillo, cada uno de los procesos y actividades que se hacen en su área, como bien dices: respetar y dar ejemplo.
Muy claro el artículo de principio a fin. Gracias!
Hola Susana,
Gracias por pasarte y participar en mi blog.
Este tipo de comportamientos no tienen justificación con independencia de que estemos en crisis o no. Las personas que ocupan puestos de responsabilidad deben ser el ejemplo a seguir en sus compañías. Eso implica que sepan estar a la altura de las circunstancias y deben conocer el funcionamiento de su área de trabajo.
Esto nos deja claro que aún queda mucho por mejorar en la gestión de las empresas y de sus equipos de trabajo.
Saludos,
Juan
Deberíamos pasar este articulo a muchos de los jefes que he conocido, personajes que son incapaces de aceptar la idea que en muchas ocasiones la empresa esta sufriendo a nivel económico por sui actitud.
Un caso que viví fue en una empresa textil donde el jefe intentaba imponer sus ideas ¡Incluso a los clientes! Eso costaba mucho dinero a la empresa.
Como la cosa en las otras secciones de la compañía tampoco marchaban bien contrataron a alguien para salvar la situación y reestructurar la organización de la empresa. Como este jefe era de la familia del dueño y por tanto intocable, básicamente la reorganización fue sacar de la estructura de toma de decisiones reales a personajes como este, que mantenían un sitio más bien honorífico dentro de la empresa con poco poder de decisión real.
Solo con eso la empresa mejoro notablemente su rendimiento.
Y es que a veces los jefes se olvidan que su misión en una empresa no es mandar, ¡si no hacer que la empresa funcione bien!