Hoy me toca un tema moral.

La temporalidad laboral es lo corriente en la actualidad y para seguir sobreviviendo, debemos aceptar esta realidad. Lo que ocurre es que la vida, en muchas ocasiones, es contradictoria y hace replantearnos muchas cosas. Estamos acostumbrados a que los demás nos digan lo que está bien y es correcto aunque, en más de una ocasión, muchas personas tienen serias dudas sobre esto.

Voy a contar una historia real para intentar aportar un poco de luz y ver la doble moral de la historia. A finales del año pasado, una buena amiga se quedo sin trabajo, como otros muchos españoles. Tras gestionar los papeles les correspondían 16 meses de prestación contributiva por desempleo. Sin embargo, no estaba dispuesta a que se consumiesen los meses, por muy lejano que pudiese parecer ese período de tiempo, ella prefería suspender el cobro de la prestación y trabajar, aunque fuesen contratos de corta duración. A su vez, su vida proseguía y, a principios del 2010, decidió tomar una decisión importante: casarse.

La honestidad es algo que le caracteriza y a todas las entrevistas a las que iba, comentaba que se casaba en 2011 y aunque llegaba al final de todos los procesos no le seleccionaban. Ella estaba segura que era por este motivo porque, en igualdad de condiciones con otras candidatas ese factor jugaba en su contra, aunque no hubiese razón objetiva. En una empresa así se lo reconocieron porque apreciaban su perfil y valía. Obviamente, una boda no se puede retrasar porque lleva muchos meses la organización, el encontrar fecha y todo lo demás.

Al final decidió cambiar de estrategia porque ella quería trabajar y decidió no mencionarlo, a no ser que surgiera en la entrevista la pregunta. Si lo miramos de una forma técnica, no es mentir, claro está. Cuando alguien está necesitado, tiene que contar aquello que mejor le va para sus intereses. Pero tampoco pongamos el grito en el cielo ¿acaso las empresas no hacen lo mismo?

En el mes de mayo, tras mucho esfuerzo, consiguió ser seleccionada para cubrir una baja maternal en una posición de su perfil profesional de auxiliar contable. Lógicamente, la alegría era inmensa por volver al mercado laboral, pese a tratarse de una jornada reducida (cuando la plaza original, era a tiempo completo). Inicialmente la relación contractual fue con una empresa de trabajo temporal. Al pasar los dos primeros meses de contrato, ella comento cierta antelación que se casaba y optó por plantear alternativas a la empresa que supusieran recuperar el tiempo aprovechando, además, los días festivos, por lo que serían menos de 5 días los que no podría acudir al trabajo. Al adelantar trabajo previo a la boda, trabajando horas adicionales, podría disfrutar de su permiso por matrimonio para irse de viaje de novios 10 días y faltar 4 días. Obviamente la empresa cliente en la que estaba desarrollando su trabajo le pregunto porque motivo no lo había comentado en la entrevista de trabajo y obviamente dijo que nadie se lo pregunto y ante los reproches pregunto ¿Qué si lo hubiese comentado la hubiesen seleccionado? La respuesta fue el más absoluto silencio y lógicamente esto significa un rotundo no. La empresa cliente le dijo que tenía que pensarlo y comunicarle a la empresa de trabajo temporal su decisión que era con la que la trabajadora tenía la relación contractual.

Al día siguiente, la trabajadora fue citada en la empresa de trabajo temporal y le comunicaron que la empresa cliente no quería que continuase. La trabajadora preguntó que cuál era el motivo que habían alegado y no le dieron ninguna explicación. Los de la empresa de trabajo temporal le comentaron que tenía dos opciones, o firmar la baja voluntaria o firmar el despido improcedente con la correspondiente indemnización. Sin embargo, le comentaron que si elegía esta segunda opción, se encargarían de que no volviese a trabajar para esa empresa de trabajo temporal ni otra, ya que ellos tenían contactos y pasarían la información a otras empresas del sector. La trabajadora comento que ella no quería abandonar el trabajo y que en caso de elegir la primera opción no podría reanudar la prestación por desempleo. La persona que le atendió de la empresa de trabajo temporal le comento que en caso de elegir la primera opción le garantizaba que en una semana la volvían a llamar para un trabajo de unos pocos días para que así pudiese luego retomar la prestación. Por supuesto, esto no se le podía reconocer por escrito porque es ilegal y se tenía que fiar de la palabra de la empresa de trabajo temporal, es decir, de los mismos que la estaban amenazando por ahorrarse 4 perras. No olvidemos que la decisión de despedirla la había tomado la empresa cliente y la empresa de trabajo temporal posteriormente.

La trabajadora, tras sus dudas, decidió no aceptar las irregularidades que le proponían y dijo que ellos eran los que la querían despedir y que por lo tanto, firmaría solamente el despido improcedente que era lo que de verdad se le estaba haciendo.

Puede costar creer esta historia, sin embargo, es estas cosas pasan en España en el siglo XXI y a uno le hace plantearse cuantas irregularidades más se estarán cometiendo en esta época en las que la debilidad de los trabajadores es absoluta. Habrá quien sugiera que se denuncie a la empresa de trabajo temporal por las amenazas, sin embargo, es la versión de una parte contra la otra.

Muchas personas quieren volver a trabajar, sin embargo, las circunstancias de sus vidas las llevan con ellas y las empresas no pueden pretender que las personas abandonen sus vidas por que ahora la temporalidad en las relaciones contractuales está al orden del día.

Algunas personas reprocharán la actitud de esta trabajadora por no ir con la verdad por delante para encontrar una solución. Sin embargo, queda patente que la verdad y la sinceridad no le permitieron alcanzar un trabajo por sus circunstancias y no por su valía.

¿Qué opináis de este caso? ¿Qué hubieseis hecho vosotros en caso de ser la trabajadora o alguna de las dos empresas? ¿Es mentir omitir las cosas que no nos preguntan y que nos pueden perjudicar?