La cultura de emprender va creciendo con el tiempo en España, sin embargo, aun estamos muy lejos si nos comparamos con otros países europeos o de otros continentes.

El poner en marcha una empresa en España no es fácil aunque va mejorando si echamos la mirada hacia atrás, sin embargo, aun sigue existiendo un exceso de burocracia y falta de ayuda real en los momentos iniciales que es cuando más se necesita.

Sin embargo, es una cuestión de la cultura emprendedora, prácticamente inexistente en España en la globalidad de nuestra sociedad y nuestros profesionales. Muchas personas, al comentar esto, enseguida lanzan el mensaje de que no se puede generalizar, sin embargo, es un hecho objetivo que en nuestro país faltan emprendedores y en algunos sectores, por falta de apoyos, se van a otros países.

Para reflexionar sobre esto voy a comenzar por lanzar unas cuantas preguntas para que penséis ¿Qué significa emprender para vosotros? ¿Cuántos proyectos, ideas, cambios habéis emprendido a lo largo de vuestra carrera profesional? ¿Cuántas personas de vuestro entorno han emprendido algo? ¿Qué os impide emprender nuevas cosas?

Para empezar, he de aclarar que para mí, emprender no significa simplemente montar una empresa o establecernos por nuestra cuenta para desarrollar una actividad sino que va mucho más allá. Emprender significa intentar, desarrollar e implementar cambios en nuestros procesos, hábitos, formas de hacer las cosas. De la misma forma, emprender es intentar cosas nuevas, participar en nuevos proyectos, plantear alternativas e ideas novedosas que con trabajo puedan dar buenos resultados. Por supuesto, no tenéis por qué estar de acuerdo con este planteamiento, aunque me gustaría conocer vuestros argumentos al respecto.

Entonces es este concepto global, heterogéneo y general el que se debe integrar en nuestra sociedad. Desde pequeños se nos enseña que todos debemos ir por el mismo camino, se nos marcan las reglas del juego estancas de las que a priori no se puede salir y, en caso de hacerlo, solo no quedamos con el incumplimiento del proceso o procedimiento y no de lo que se ha conseguido o de lo que se podría conseguir con ese nuevo planteamiento. Se da excesiva importancia desde la educación primaria a los resultados satisfactorios medidos por pruebas teóricas de conocimientos que son memorizados de forma reiterada por los alumnos para luego olvidar muchos de ellos en vez de ayudar a que los integren desde la práctica, interactuación e investigación real con ellos.  No se debe dar tanta importancia negativa al fracaso y al error. Debemos centrarnos más en las lecciones que se aprenden del mismo y a las alternativas que llegan las personas para encontrarle una solución a su manera. En las escuelas se debe dedicar tiempo a que los niños planteen ideas en grupo y las desarrollen para que lo vean como algo habitual en su proceso de desarrollo persona y profesional.

Después, las nuevas generaciones ven a su alrededor el efecto contrario a lo que estoy planteando en este artículo. Los niños de hoy en día ven como sus padres, en sus trabajos, vidas personales hacen lo mismo y no se plantean nuevas formas de hacer las cosas porque siempre se han efectuado así y porque cambiarlo.

En muchas empresas cuando cualquier trabajador plantea una nueva idea, alternativa de cambiar un proceso o hace un razonamiento que se sale de lo que opinan la globalidad la frase más común que se entra de sus compañeros y superiores es “Olvídate de eso porque es imposible y además es una locura.” Es decir, estas personas obtienen la indiferencia y no siquiera se la da la oportunidad de exponerla y acaba cogiendo polvo en algún cajón de alguien de la cúpula directiva. Además en caso de que se permita introducir a algún trabajador una nueva idea o proceso en la organización y no salga como se espera se le pasa directamente a la lista negra y se le quita de golpe y sopetón su prestigio profesional ganado con un buen trabajo durante años. Por supuesto, este tipo de comportamientos hace que las personas que puedan tener ganas de plantear alguna idea la olviden para evitarse problemas.

Las empresas se centra en exceso en los resultados inmediatos  se deben dar cuenta que cuando se introducen cambios, implementan nuevos procesos, etc. Los resultados esperados tardan en llegar y se debe tener paciencia y permitir que las cosas lleven su proceso normal.

Entonces, si para estas cosas tan sencillas de emprendimiento se ponen tantas trabas mentales y sociales cómo vamos a potenciar que las personas desarrollen proyectos para generarse ellos un trabajo y con el tiempo crearlo para los demás. Vivimos en una sociedad dominada por el miedo y siempre pensamos en lo peor y vemos pegas a todo. Hoy en día todo tiene complicaciones y dificultades. Las personas que consiguen lo que se proponen son aquellas que no cejan en su empeño.

Por ello, debemos potenciar en los niños a desarrollar más la imaginación y a no generarle miedo a todo y hacer que sean independientes, buscando alternativas por ellos mismos. El hacer que las nuevas generaciones sean excesivamente dependientes no ayuda a desarrollar el espíritu de emprendedor. Debemos potenciar la curiosidad, la iniciativa, las ganas de hacer nuevas cosas, de buscar alternativa y ver hasta donde se puede llegar. No debemos centrarnos en reprender ni en corregir de forma dictatorial sino en convertirnos en facilitadores de nuevas alternativas.

¿Qué ideas se os ocurren para potenciar la cultura emprendedora en nuestro sistema de forma global?