Hace unos días leí un artículo de la versión digital de La Vanguardia que se titulaba ¿Trabajadores flexibles o esclavos de los smartphones?  cuya lectura recomiendo para reflexionar entre todos sobre este tema.

 
Para aquellas personas que no tienen claro lo que es un Smartphone o teléfono inteligente se trata de aquellos teléfonos que disponen de conexión con Internet (Blackberry, iPhone, Android, o Windows Phone) y la definición que nos proporciona la Wikipedia es “un dispositivo electrónico que fusiona un teléfono móvil con características similares a las de un ordenador personal.”

 
Estas nuevas aplicaciones nacieron para facilitar el trabajo y para permitirnos trabajar desde prácticamente cualquier sitio, es decir, que no es necesario estar en la oficina para poder desempeñar nuestras tareas profesionales. De esta forma, se permite que la conciliación de la vida personal y profesional sea más fácil siempre y cuando se tomen las medidas adecuadas.

 
En las empresas, cada vez están más extendidos estos dispositivos sobre todo entre los cargos de la cúpula directiva y cada vez más en los mandos intermedios y algunos puestos técnicos de responsabilidad. Es decir, no son dispositivos que se proporcionan a todos los trabajadores por parte de sus organizaciones porque suelen tener un elevado coste. Siempre hay formas de negociar una tarifa adecuada a las necesidades propias de cada empresa.

 
Otra cosa muy distinta es que para uso personal cada vez más personas tengamos este tipo de teléfonos inteligentes. Debemos comenzar por preguntarnos ¿Por qué las empresas dan estos dispositivos a esos trabajadores? La respuesta es porque son puestos que requieren viajar, estar mucho tiempo fuera de la oficina, tratar temas urgentes y estar disponibles para clientes globales de todo el mundo, etc.

 
Sin embargo, el que tu empresa te dé un Smartphone o teléfono inteligente no debería darles derecho a que cuenten con tu disponibilidad absoluta a cualquier hora del día y cualquier día de la semana. Porque esa disponibilidad absoluta de tu tiempo debería de pagarse y no suele ser el caso. Por ello, lo mejor es dejar claro en las organizaciones de forma escrita las reglas de uso de estos dispositivos para evitar malentendidos. Se debe concretar al máximo qué se consideran situaciones de urgencia, cuándo se puede usar, cuándo debe tenerse encendido, etc.

 
Otro gran error es que las personas que tienen este dispositivo en el trabajo suelen usar el mismo para su ámbito personal por no duplicar dispositivos y ahí está el error. Algunas empresas y clientes acostumbran a respetar los horarios pero otros mucho no y si les malacostumbramos, les permitimos la licencia de consultarnos cualquier cosa en todo momento. Y ahora os lanzo una pregunta ¿Cuántas de las cuestiones que habéis atendido con vuestro Smartphone fuera de vuestro horario de trabajo ordinario eran realmente urgentes?
Por ello, lo mejor es tener dos dispositivos diferentes y el de trabajo dejarlo para temas solamente profesionales porque si no, se produce el riesgo de que en días de descanso uno lea el correo electrónico del trabajo y aunque no lo atienda pueda no desconectar de sus obligaciones laborales.

 
Por supuesto, no debemos exagerar y no pasa nada porque un fin de semana os toque atender una llamada de trabajo excepcional o un asunto extra de trabajo como algo puntual. Porque no olvidemos que todos, en algún momento, hemos atendido un asunto particular en tiempo de trabajo. Una cosa es hacerlo alguna vez y otro permitir que sea algo habitual. Estos dispositivos son muy útiles siempre y cuando tengamos claro cuál es la forma de uso adecuado. Se debe dedicar a cada cosa su tiempo. Estas herramientas pueden ocultar ciertas patologías que permiten a algunas personas que los usan evadirse de su realidad. Los teléfonos inteligentes sin un uso responsable pueden ser adictivos y pueden ser un  primer síntoma de padecer una adicción al trabajo. Otra cosa muy diferente es que fuera del trabajo estos dispositivos se usen para asuntos personales y de ocio.

 
Algunas personas con puestos de responsabilidad defienden que esa disponibilidad con estas aplicaciones va en el sueldo. Personalmente pienso que las personas con cargos de responsabilidad deben tener cierta flexibilidad porque eso van con ese tipo de puestos, sin embargo, eso no debe ir emparejado a una dedicación exclusiva para la compañía. Pienso que existe un abismo entre ambas cosas. El dedicarse exclusivamente a la faceta profesional hace que se descuide otros ámbitos de la vida que son realmente importantes. Y no hay que olvidar que, además, el descanso y la desconexión laboral, es necesaria.

 
Las personas que usan estos dispositivos deben tener libertad para poder atender su trabajo desde la oficina o desde donde les sea más útil. Aunque por desgracia, aun la mayoría de las empresas dotan a sus puestos claves de estos teléfonos inteligentes pero no de la libertad horario para poder desempeñar su trabajo desde donde les sea más cómodo en ciertas partes de su jornada laboral. Es decir, los jefes supremos de las organizaciones no ven con buenos ojos el teletrabajo. Aun pesa mucho la losa del presencialismo absurdo que vincula que el estar supone sacar trabajo.

 
Por ello lanzo las siguientes preguntas a las personas que tienen estos teléfonos inteligentes: desde que tenéis estos dispositivos ¿tenéis más libertad para desempeñar vuestro trabajo fuera de la oficina? ¿Sois capaces de estar más de media hora sin mirar vuestro Smartphone?

 
Luego a las empresas les pasaría a plantear las siguientes cuestiones para que lo piensen: aquellos que disponen de Smartphone, ¿han aumentado su productividad?

 

Estas herramientas son un medio para ahorrar tiempo y para facilitar las cosas a las compañías y a las personas, sin embargo, el resultado final dependerá del uso que se le dé. Muchas organizaciones requieren ser educadas en uso responsable y productivo de estos dispositivos.