Según un reciente estudio, el 70% de los empleados desconfía de su empresa y de su jefe y a mí no me sorprende considerablemente este dato, aunque quizás el porcentaje me parece muy alto.
Cuando hablamos de confianza nos estamos refiriendo a algo que tiene cierta dosis de subjetividad porque se alimenta de las expectativas y creencias de una persona sobre otra u otras. Uno puede afirmar de forma rotunda que su mejor amigo jamás le traicionará y llega a esa afirmación por lo acontecido hasta el momento en esa relación de amistad. Sin embargo, en el futuro, las circunstancias pueden alterarse y cambiar, conllevando una rotura de esa confianza por múltiples circunstancias.
Las personas somos seres sociales y, por mucho que no queramos depender de nadie, siempre tenemos que confiar en otras personas para múltiples facetas de nuestras vidas personales y profesionales. No olvidemos que las personas que no confían en nadie no son de confianza ellos tampoco.
La vida es riesgo y a las personas con las que tener más o menos confianza las podemos elegir nosotros, tanto en el ámbito laboral como en el personal. El hecho de trabajar con varias personas a vuestro lado no supone en absoluto que os fieis de ellas y confiéis plenamente en ellas. Lo que pasa es que se llega a un nivel de entendimiento necesario para que el trato sea el correcto y fluido que hace que el trabajo en grupo sea el más óptimo. Sin embargo, puede ser que no exista buena sintonía como para confiar plenamente en ellas.
Por otro lado, opino que la confianza en otras personas es progresiva en el tiempo, es decir, se debe ir ganando con acciones y hechos que avalen que las otras personas son dignas de vuestra confianza. A veces nos dejamos llevar por las apariencias o por la intuición y nos podemos equivocar totalmente.
Cada uno de vosotros sois dueños de dar vuestra confianza y los más lógico es que pongáis diversos bloques de barreras y dejéis pasar a quien os apetezca. La confianza se gana con el trato y el roce del día a día. Aquellas personas que, sin apenas conoceros, os cuentan toda su vida como un libro abierto son peligrosas y deben haceros saltar todas las alarmas.
Independientemente de que se confíe bastante en otras personas siempre debemos estar con los pies en la tierra y ser realistas. La confianza se demuestra de forma mutua y en caso de que surjan malentendidos deben resolverse para que esa confianza no se resquebraje. De lo contrario, ya nada volverá a ser como hasta entonces. Antes que los demás, estáis vosotros mismos y cuando veáis comportamientos extraños de personas que son de vuestra confianza debéis estar a alerta. El ponerse en el lugar del otro siempre ayuda para darse cuenta de determinadas cosas que puede costar a simple vista comprenderlas.
Aquí se habla de que los trabajadores no confían en sus jefes y empresas, sin embargo, también deberíamos plantear la siguiente pregunta: ¿Cuántas empresas confían plenamente en todos sus trabajadores?
Lógicamente, la relación trabajador/jefe es la más complicada y para que exista confianza plena debe existir una comunicación habitual y fluida. También deben verse las expectativas de cada una de las partes involucradas en esa relación profesional y ver cómo pueden cumplirse para no llevarse decepciones evitables.
Por ejemplo, es habitual que si dejamos de tener relación habitual con una persona en el ámbito personal o laboral y no cuidamos ese vínculo de confianza existente de forma mutua, llegará un momento que se pierda o que vaya dejando de ser fuerte. La confianza no es incondicional y duradera de por vida; es decir, para que esto ocurra, tienen que pasar una serie de hechos por ambas partes donde las dos den pero también reciban. No podemos pretender saber la vida de otras personas sin estar dispuestos a contar cosas de la nuestra. Existen personas muy herméticas, que les cuesta confiar en los demás y suele ser porque ya se han llevado varias decepciones. No podemos pretender meter a todas las personas en el mismo saco porque cada ser humano es diferente.
Por ello, me gustaría que cada uno de vosotros os plantearais las siguientes cuestiones ¿Qué influye para que confiéis más en una persona que en otra? ¿Tenéis diversos grados de confianza? ¿Qué hace que perdáis la confianza en otras personas? El rol que ocupan las otras personas en vuestra empresa, ¿influye para tener mayor o menor confianza?
Otra cosa que se debe tener en cuenta es que para poder confiar en otras personas debéis tener en primer lugar confianza en vosotros mismos porque en caso de no ser así, ¿cómo podéis pretender que los demás confíen en vosotros? La desconfianza en uno mismo se transmite y es fácil de percibir por los demás.
Acabaré con una pregunta: ¿Qué es para vosotros la confianza?