Las empresas del futuro son las que disponen de una estructura abierta, flexible y cuentan con todas las personas que la conforman. Las empresas que engloban el rol de “aquí mando yo porque soy el dueño de la empresa y si no te gusta ya sabes dónde está la puerta” están abocadas a la desaparición. Sin embargo, se sigue encontrando uno con este tipo de empresas. En la situación actual, en la que el cambio de empresa por parte de los trabajadores se ha estancado, crea bastante desencanto entre los trabajadores de tales empresas, que no entienden las maniobras de la dirección, que se balancea para un lado u otro en la toma de decisiones. ¿Cuánto tiempo se sostendrán dichas empresas?

Por supuesto, todas necesitan de una estructura organizativa que permita su funcionamiento, es decir, se deben marcar unos mínimos y los protocolos de actuación y procesos de forma global y después poder adaptarlos a los casos concretos de cada área, sin olvidar ni cambiar su esencia.

Las personas siempre están dispuestas a aportar, participar y formar parte del proceso de toma de decisiones, dentro de lo posible. Las empresas con escalafones marcados y bien diferenciados donde las relaciones entre la cúpula y el campo base de trabajadores está protocolizado no tienen sentido en el nuevo escenario de interactuación real y con una visión de globalidad. La situación actual requiere que se actué de forma rápida, eficaz y eficiente porque los diversos clientes internos y externos que tienen todas las empresas han adquirido protagonismo y son reacios a que les digan cómo deben actuar, comportarse y qué pueden hacer o no, independientemente de que lo diga un nivel alto jerárquicamente hablando.

Por ello, el futuro es de las empresas que descarguen sus estructuras jerárquicas y las hagan con líneas más difusas y flexibles, donde todos colaboren, participen, actúen y solucionen en la misma línea de actuación, sin olvidar, por supuesto, cuál es el papel de cada uno y hasta dónde puede llegar cada uno por su cuenta. Con unas directrices generales de lo que se espera, de qué se debe conseguir y de qué forma se debe reportar es más que suficiente. Por supuesto, los líderes, jefes, directores deben ser facilitadores y deben estar disponibles y cercanos para ayudar a las personas en sus gestiones de las tareas de trabajo cuando realmente sea preciso.

Las personas tienen que percibir que sus jefes confían realmente en ellos y eso se demuestra en la realidad de las batallas laborales diarias y no con palabras y discursos políticamente correctos que luego no se corresponden con lo que se vive de puertas adentro de la organización.

Los puestos y niveles estratégicos deben existir en las compañías siempre que estén cercanos y que sean los justos y necesarios para facilitar las gestiones y ejercer las labores de dirección de forma humana y no como algo mecánico donde sus personas son un número más, de lo contrario, no se dispondrá de buenos profesionales, sino de gente que llega a la empresa, haces su trabajo y se va. ¿Es eso lo que quiere la empresa? Bajo mi punto, no. Más bien, todo lo contrario. Se debería buscar la implicación, la cooperación, la mejora propuesta de forma interna.

Algunas empresas y empresarios dirán que esto es irreal, sin embargo, si se sienten identificados negativamente con los artículos les invito a que se planteen las siguientes preguntas ¿Por qué sus empresas no están valoradas como las preferidas para trabajar por la gran mayoría de las personas que buscan trabajo? ¿Por qué sus índices de rotación son elevados en comparación con otras empresas de su mismo sector? ¿Por qué el ambiente laboral es en ocasiones insostenible? ¿Por qué la motivación de sus trabajadores brilla por su ausencia? ¿Por qué llegada la hora de finalización del horario laboral, lo normal es que se caigan los bolígrafos y la oficina se quede vacía aun habiendo trabajo urgente pendiente? Las cosas no ocurren por que sí y suelen tener unas respuestas coherentes detrás, sin embargo, hace falta querer ver la realidad y, antes que nada, se tendría que asumir lo que se debe mejorar y sobre todo estar dispuestos a cambiar para reorientar su caótica y despótica realidad corporativa.

No olvidemos que una empresa puede ser muy grande en cuanto a volumen de personas y ser ágil en los procesos, en la toma de decisiones y donde los sistemas de comunicación sean adecuados y permitan participar y aportar  a todas las personas cuando lo precisen y estimen conveniente. Esto se debe a que se han adaptado y preparado para ello en un proceso de reestructuración interna donde se ha contado con la opinión y participación de todas las partes que conforman la empresa.

No digo que este proceso sea fácil porque dependerá de cada compañía y no es cuestión de copiar otros modelos de empresa con estructuras abiertas sino que se debe de adaptar la estructura a las circunstancias particulares de cada compañía.

¿En qué tipo de empresas habéis trabajado? ¿Qué modelo de empresa creéis que es el más adecuado?