En más de una ocasión he comentado en el blog que la cultura del gratis hace mucho daño en nuestro país debido a que determinadas cosas, como son gratis, no se valoran y no nos cuesta esfuerzo del que “duela” y haga pensar.

Hoy quiero tocar el tema de la gratuidad de la formación para desempleados y trabajadores de diversos programas organizados en un ámbito local, autonómico y estatal, subvencionados con fondos propios o europeos. La cuestión es que esas formaciones no son gratis. Claro que tienen un coste, aunque no lo noten en sus bolsillos los que las perciben. Es decir, que todos los españoles, con nuestros impuestos, ayudamos a que se generen esas formaciones, necesarias para que muchas personas que necesitan mejorar sus opciones de empleabilidad puedan reciclarse.

Quiero hacer una crítica constructiva sobre la falta de formalidad de cierto volumen de personas que son seleccionadas para realizar estas formaciones subvencionadas porque se comprometen a acudir y suelen abandonar el curso a la primera de cambio. Esa actitud no es reprochable si no fuese porque, en la mayoría de los casos, abandonan el curso cuando ya no existe posibilidad de poder cubrir esa baja con otra persona que pueda beneficiarse de la misma. Lógicamente, no me estoy refiriendo a casos justificables como el hecho de encontrar un trabajo durante la realización de la formación o alguna causa de fuerza mayor. Sin embargo, el porcentaje más alto de abandonos se debe a pereza, comodidad, vagancia… Esas personas no se han medido las fuerzas del esfuerzo y dedicación que les iba a requerir. Porque el primer día de curso ya se ve claramente si nos encaja con lo que buscamos y necesitamos, es decir, que ese es el momento de abandonar la acción formativa para dejar sitio a otra persona que realmente le encaje el programa.

Soy partidario de que se debería exigir un poco más de compromiso a las personas que son seleccionadas para estas acciones formativas gratuitas. Debemos reflexionar que en estos tiempos en la que tantas personas quieren formarse o necesitan formarse debemos ser más responsables que nunca. Porque se selecciona a unas 14 ó 15 personas como regla general por curso en las formaciones presenciales y eso supone que muchas personas interesadas se han quedado fuera y tú, que te estás beneficiando de algo muy necesario para otras personas, al “desaparecer” del grupo, le quitas esa oportunidad de mejora.

Muchas personas se preguntarán que cómo se puede solucionar esto. Yo voy a proponer mi alternativa que creo  que podría ayudar bastante. A todas personas seleccionadas para efectuar este tipo de formaciones les obligaría a efectuar una fianza de una cantidad simbólica de dinero entre 5 y 15 euros que les será devuelta al finalizar la formación o abandonar el curso por una causa justificada. No se devolverá a las personas que sin más, desaparezcan. De esta manera se exige que las personas que se inscriben finalmente porque son seleccionadas valoren esa formación y se les obligue a comprometerse tocándoles en el bolsillo y eso hará que muchas personas ya solamente por ese esfuerzo relativo no valoren la opción de apuntarse a eso cursos.

Está comprobado que el esfuerzo de tener que poner algo de dinero de su bolsillo, por poco que sea, en calidad de señal les hará pensar a las personas dos veces si realmente quieren o pueden hacerlo. Porque cuando hablamos de dinero la cosa ya cambia.

Otra opción sería sancionar a esas personas cuando la causa de abandono no esté justificada con la imposibilidad durante un tiempo de al menos 6 meses para poder optar a realizar ninguna formación de ese tipo de programas, algo que quedaría en su expediente.

El simple hecho de que determinadas cosas sean gratis no tiene por qué hacernos olvidarnos de los valores importantes y coherentes porque no nos supone esfuerzo material y eso no hace despreocuparnos o a ser más benevolentes con este tipo de comportamientos cuando lo hacemos nosotros mismos y no otros. Y es igual de irresponsable, independientemente de quien haga este tipo de comportamiento. Esto tiene que ver también con la actitud individualista y egoísta que está más generalizada en nuestra sociedad de lo que nos gustaría. Solamente pensamos en nosotros mismos sin valorar los perjuicios que nuestras decisiones y actos pueden generar a los demás.

¿Qué se os ocurre para solucionar este tipo de actitudes de las personas?

Lógicamente soy consciente de que tenemos que ver el otro lado del pastel que es los sistemas de selección de alumnos para este tipo de programas, el nivel de los formadores y alguna otra cosa más que abordare en otro artículo en el blog.