Siguiendo con la serie de “perfiles en la empresa”, hoy quiero dedicar unas líneas a uno más que, además, está en pleno auge: El trabajador que no está contento su organización y que no aportan nada positivo a las mismas. Le llamaremos, el perfil “¿Has visto lo que hace ese?”

Son las típicas personas que nunca dicen buenas palabras de nada, con especial incidencia a hacerlo a la espalda del protagonista de su comentario; a la cara omitirán hacer ningún comentario ni negativo ni positivo. Si tienen compañeros que trabajan, les tachan de aprovechados, de “pelotas” y de “trepas” en busca de quitarle su puesto. Deberían asumir que, en muchas ocasiones, cuando este tipo de especimenes pierden su puesto de trabajo, es por meritos propios, por su inoperancia. Si en algún momento algún compañero tiene menos trabajo que él no duda en quejarse por sentirse perjudicado; eso sí, cuando ocurre lo contrario no les oirás quejarse ni tampoco ofrecerse para ayudar.

Se quejan de todo. Que alguien propone algo nuevo u otra forma de hacer las cosas no le dan la mínima oportunidad y se dedican a intentar tirar por tierra la propuesta. Cuando se le dice que en vez de criticar, que proponga algo diferente que él considere oportuno para avanzar, será el primero en no contestar o salirse por la tangente.

Obviamente, se debe tener espíritu crítico pero no solo con lo de los demás sino también con lo que hacemos nosotros mismos, es decir, la autocrítica es importante y nos dice mucho de cada persona.

Se deben medir los riesgos de los cambios y de las nuevas decisiones; sin embargo, es preferible tener a personas que proponen cosas, que rebaten determinadas decisiones, que tienen iniciativas y que son creativas aunque, a veces, sus acciones acaben en fracasos. Porque peor es tener personas que se mantienen estáticas haciendo su trabajo por inercia sin parase a pensar si lo que hace es lo más adecuado o no simplemente lo hacen igual que siempre, independientemente de que las circunstancias y necesidades actuales sean diversas y distintas.

Siempre tiran por tierra a los demás y cuando están demasiado amables se debe desconfiar de ellos, pues a la mínima oportunidad, no dudarán en aprovechar las debilidades a su favor. Es un misterio como se mantienen en sus puestos y normalmente suele ser porque han sabido trabajar su relación con determinadas personas de la cúpula que confían en ellos sin saberse muy bien porqué. Normalmente con los responsables este tipo de perfiles actúan de abogados del diablo y esperan su oportunidad para que al mínimo fallo de sus compañeros les falte tiempo para sondear al jefe y al verle dubitativo jugársela con críticas mal intencionadas que tienen como finalidad quedar como “El Salvador”, tirando por tierra a los demás. Lo que está claro es que nadie hace todo bien en una organización y está claro que aquel que nunca hace nada, seguro que nunca mete la pata pero tampoco se arriesga ni promueve el trabajo en equipo.

Estas personas minan los equipos de trabajo, son individualistas al extremo y son perfectos para empresas donde lo que importa es la presencia en el puesto sin importar nada más.

Este tipo de personas debemos de intentar tenerlos cuanto más lejos mejor porque al final, consiguen contagiarnos de su inconformismo, si entramos en su juego. Estas personas exageran todo hasta extremos insospechados y como te unas a su causa el que acabarás mal serás tú porque él no hará nada por ayudarte. Lo mejor, como siempre, es ser uno mismo sin hacerle excesivo caso ni caer en sus juegos. Por supuesto, llegado el momento, debes marcar tu territorio para que vea que contigo no se juega, independientemente de que no le guste. Evita los conflictos con ellos.

Leyendo esto… ¿ya tienes encasillado a alguien de tu empresa en este perfil? Cuéntame tus experiencias con personas que no aporten nada a la organización ¿Qué propones para solucionarlo? ¿Por qué crees que subsiste este tipo de perfil en las compañías?