A petición de un lector de mi blog, voy a abordar un tema que me parece muy interesante y no es otro que “las personas excesivamente perfeccionistas en el trabajo” y las consecuencias que puede acarrear obsesionarse con esto.

En principio, y dedicado este párrafo para los perfeccionistas, no se dice ni “perfeto” ni “perfecto”. Como ellos no se equivocan nunca, viven con el manual en la mano, dirán, como ha de ser, perfecto. Son perfectos… ¿de verdad?

Determinadas personas buscan tanto la perfección. Bajo su punto de vista, el trabajo del resto de compañeros de trabajo no es adecuado, siempre encuentran un “pero” para todo y, por consecuencia, nadie hace trabajos de calidad o dignos como los hacen ellos.

Normalmente, unen ese grado de perfeccionismo sumo a un alto nivel de desprestigio y cotilleo de ciertos compañeros entre otros más afines, que les aguantan “las gracias”. Son los “pelotillas” que prefieren estar a su lado que ser víctima de las críticas. Son, en esencia, “perfeccionistas en potencia”.

Nadie discute que todas las tareas se deban hacer con calidad para obtener un resultado perfecto. Pero muchas veces, eso requiere ser autocríticos y analizar con objetividad los resultados, que no suele ser lo usual. Sí que lo suele ser el llevar a cabo tareas y dejarlas como estén, mientras valgan. Esto denota cierta mediocridad, que en más de una ocasión, suele ser el estándar, por desgracia. Por ello, cada compañía y departamento debe tener unos estándares de calidad de cada tarea o trabajo para que todas las personas sigan unos parámetros de mínimos imprescindibles de cara a presentar las cosas.

Sin embargo, debemos preguntarnos ¿Qué entendemos por un trabajo perfecto? La respuesta a esta pregunta es subjetiva y complicada porque depende de quien la responda, que rol ocupe en la cadena y de las expectativas de cada persona, sin olvidar otras muchas cuestiones.

También tenemos que tener en cuenta que para cada tarea o trabajo disponemos de un tiempo limitado para entregarlo; así que en función de esto, debemos planificar el mejor método de trabajo para llegar a un resultado optimo que satisfaga al cliente interno o externo en función de lo que nos pidiese.

Las personas obsesionadas con la perfección (incluso llegando a niveles patológicos) nunca están satisfechas con su trabajo ni con el de los demás y si nos damos cuenta, pocas veces acaban o presentan lo que se les pidió no porque no sea adecuado sino porque ellos lo consideran indigno. Y si los presentan, lo hacen habiéndose tomado un tiempo excesivo en precisar al detalle todo punto, algo que, ciertamente, ayuda a evitar confusiones, pero que posiblemente, no sea rentable el tiempo dedicado con el resultado obtenido.

Normalmente las personas perfeccionistas con su trabajo suelen tener un exceso de amor propio con ellos mismos, a la par que son extremadamente individualistas. Es prácticamente imposible trabajar en equipo con ellos porque boicotean a personas con talento y consiguen frustrarlas hasta el punto de que duden ellos mismos de su valía. ¿Quién les dio a ellos la potestad para evaluar al resto, BAJO SUS PARÁMETROS?

Todas las tareas y trabajos presentados pueden ser mejorables y uno se da cuenta de ello al reflexionar sobre lo que entregó. Esto sirve de aprendizaje para proyectos futuros. Sin embargo, eso no quiere decir que lo entregado no sea adecuado. Los perfeccionistas de los que hablamos, son especialistas en criticar el trabajo de los demás una vez que ya está realizado pero, ¿Cuántos trabajos de ese estilo han presentado ellos en alguna ocasión?

A la hora de evaluar un trabajo debemos tener en cuenta los medios humanos y materiales con los que se contaba, los plazos y lo que se esperaba conseguir con los resultados.

Creo que todos somos concientes de cuándo un trabajo cumple los parámetros de calidad y cuándo no, por el contrario, presentamos parches por un mal planteamiento o por no haberse trabajado de forma adecuada la idea. No es cuestión de meter muchas horas sino de meter las adecuadas con las ideas claras del resultado que pretendemos conseguir. Quizás el que aquí vaya una coma, o asegurarnos de que todas las ies llevan su punto, no sea esencial para obtener el resultado final.

Las personas excesivamente perfeccionistas critican el trabajo de los demás de forma destructiva y se suelen alegrar cuando han conseguido poner en duda la valía de otras personas.

Este tipo de personas se creen que las empresas solo funcionan por ellas y que si algún día se marcha de esa organización, desaparecerá el orden y el buen hacer de toda la empresa. Se ha demostrado más de una vez, que nadie es imprescindible y posiblemente, volver a status quo con una nueva persona, suponga invertir un tiempo adicional… pero al final, todo se puede hacer.

A las personas excesivamente perfeccionistas debemos de mantenerlas a raya y no dejarnos influir por ellas. La opinión de uno no ha de ser la del resto del grupo, por lo que siempre no estará de más, buscar quórum en todo el grupo. De la misma manera vosotros tenéis vuestra parcela de decisión respecto a vuestro trabajo y debéis hacerla valer.

El enfrentamiento directo no os ayuda porque es lo que buscan y quieren. Es ahí, donde se crecen. Por ello, se les debe dar donde más les duele que es en su ego.

¿Qué opinas de la perfección excesiva?