Muchas organizaciones debaten y aúnan criterios para conseguir que el talento entre y se mantenga dentro de ellas; sin embargo, a la hora de la verdad, se ve como personas con talento que hacen un buen trabajo, que se esfuerzan, que tienen ideas y que se comprometen con lo que hacen son despedidas. ¿Por qué ocurre esto? Hoy quiero hablar sobre la respuesta a esta pregunta y al menos, generar un poco de reflexión sobre este tema.

Como punto de partida, cada organización, empresario y directivo tienen una creencia particular sobre lo que para ellos significa tener talento y eso, obviamente, influye a la hora de detectarlo en sus compañías porque se basan en esa percepción y no en hechos reales objetivos descargados de componentes afectivos y subjetivos. Imaginemos una organización que siempre ha realizado las cosas de la misma forma y que no se plantea en absoluto hacer las cosas de otra forma. En este caso, para esa organización, una persona con talento será aquella que haya empezado un proceso y se dedique día a día a repetirlo de la misma forma ya por inercia, obteniendo los resultados esperados, sin avanzar ni retroceder. Sin embargo, aquellas personas que planteen y hagan las cosas de otra forma, independientemente de que puedan alcanzar mejores resultados, nada más empezar, serán vistos como rebeldes porque la cúpula directiva, corta de vistas, dirá que han tenido la suerte del principiante. Desgraciadamente, ese tipo de trabajador en esa compañía será vetado y boicoteado porque determinadas personas ven peligrar “su modus operandi” y no tienen otras opciones ni se las platean. Es decir, que las personas con ideas nuevas, sino se reciclan y se limitan a continuar innovando o intentarlo al menos, no durarán mucho en esa organización.

Lo que tenemos que tener claro es que el talento es heterogéneo y tiene muchas formas de manifestarse. Para ello, las compañías deben ser flexibles para permitir que cada persona desarrolle su potencial hasta el máximo y eso requiere paciencia porque el talento conlleva practicar y experimentar hasta que llega a ser eficaz.

Cada persona tiene una forma distinta de hacer las cosas y eso supone que los resultados son distintos muchas veces y las empresas deben saber diversificar ese valor añadido al resto de miembros de sus compañías para que todas las personas alcancen esos resultados excelentes. Para ello, se deben sembrar previamente dentro de las organizaciones los valores y actitudes que incentiven el pensar más como grupo y no como personas o entes particulares dentro de un grupo disperso.

Por ello el trabajar sobre la motivación de las personas es fundamental para que aporten todo lo que puedan dar. Eso, de la misma forma, requiere tener mano firme para que las personas que no aporten excelencia y calidad en sus organizaciones sean animadas a abandonar las mismas y busquen compañías que valoren ese tipo de rendimiento y de forma de llevar a cabo los trabajos.

El tener talento supone saber adaptarse a las diversas circunstancias que puedan ir aconteciendo en los cada vez más cambiantes mercados. Las personas tienen que pensar por si mismas para saber hacer las cosas sin que sus empresas les tengan que decir que hacer y como hacerlo. Se debe de aportar y participar para hacer que las compañías avancen hacia nuevas dimensiones.

Por supuesto, todos tenemos talento aunque otra cosa es que lo demostremos y los usemos en cosas rentables. Muchas personas se dedican a mantener su posición haciendo la vida imposible a las personas de su entorno laboral que pretender avanzar y aportar cosas porque los ven como una amenaza. Y eso hace que este tipo de personas se preocupen más por lo que hacen los demás olvidando lo que deben hacer para seguir desarrollándose. Cada persona tiene su hueco en la compañía y debe demostrar su valía enseñando lo que sabe hacer, aportando soluciones, etc. Y por supuesto no solo quejarse y poner pegas a todo.

¿Qué opinas del talento?