Hace unas semanas leí un interesante post del Blog de Santi García, titulado “Estereotipos e innovación en la empresa” que os recomiendo leáis.

Esto de acuerdo con sus afirmaciones pero me gustaría aprovechar para hacer mis reflexiones sobre el tema; actualmente, el mundo “innova y crea” está en boca de todos, sin embargo, a la hora de la verdad, prácticamente nadie hace nada nuevo, ni se replantea lo que hace porque quizás al hacerlo, cometa “sacrilegio”.

Las cúpulas directivas, podría afirmar, son las culpables de esto, ya que suelen tener estructuras que incentivan que cada uno tenga su parcela de tareas y no se salga de ahí “porque así es como funcionan las cosas”. Piensan que el aportar nuevas cosas está reservado a los gurus y altos cargos de la empresa. Aunque habitualmente siempre que alguien osa plantear algo nuevo le dicen que eso es una locura y lo tiran por tierra porque “las cosas no deben de cambiar”. Y quizás deberían preguntarse qué si lo probasen ¿qué perderían? Ganan, pase lo que pase, porque experimentan e incentivan que la gente piense en mejoras beneficiosas para la compañía y procesos de trabajo.

Las empresas más punteras en sus sectores lo saben y hace años que dejan a sus trabajadores parte de su jornada para crear y desarrollar ideas o proyectos que consideren interesantes y, hasta ahora, ninguna se quejó. Es una forma de tener contentos a los trabajadores y de permitirles desarrollarse profesionalmente en áreas que les interese.

Para esto, se debe incentivar que las personas se replanteen los procesos, las formas de hacer las tareas y los trabajos, para poder llegar a conclusiones con distinto enfoque. Es decir, es necesario que los trabajadores dediquen un rato a pensar cómo fue su día en el trabajo y que analice con espíritu crítico qué podría haber cambiado para que hubiese sido mejor. Igualmente, es factible permitir establecer equipos de trabajo de investigación que observen los procesos de trabajo de otros y puedan dar ideas desde fuera, dejando funcionar el ingenio y luego ya se les dará forma y nos quedaremos con las más válidas.

Sin embargo, el innovar requiere practicar y experimentar para poder llegar a cosas interesantes. Es decir, requerirá tiempo, pruebas, retrocesos y replanteamientos para llegar a lo correcto. Ese proceso de aprendizaje es valioso y alentador. Aunque muchas empresas lo ven como una pérdida de tiempo porque dan una oportunidad y esperan que los cambios e ideas funcionen a la primera. Ellos relacionan el error con el fracaso y en vez de dar la palmadita en la espalda, sueltan por su boca un desesperante “Ya sabía yo que no iba a funcionar”. Con esta actitud, jamás nadie intentará cambiar nada y mucho menos aportar nada, no porque no sean capaces sino porque pasan a la fase “piloto automático” en el trabajo.

Las compañías deben premiar y valorar en sus personas las aportaciones, investigaciones e inquietudes que tengan y dejarles hacer. Porque la iniciativa y las aportaciones son el futuro de las compañías. Es más en los procesos de reclutamiento debemos buscar el ingenio, las ideas de las personas respecto a las cosas. Los conformistas no interesan; precisamos personas con espíritu crítico para destacar sobre el resto. Las personas que no aportan pasan desapercibidas y eso genera apatía y olvido. Eso sí, para que la gente adopte esa mentalidad se deben de establecer las pautas desde la incentivación y la formación de esa nueva mentalidad global multidisciplinar. Las personas son capaces de aportar cosas en cualquier disciplina y no solo en su área de trabajo.

Como he dicho antes, cuando las empresas se plantean mejoras, suelen recurrir a consejo externo, que desconoce el día a día de la empresa. Aquellos consejos pueden ser buenos en teoría, pero los trabajadores no poder entenderlos, por lo que dicha mejora no tendrá beneficios en la empresa. Por el contrario, si se busca ayuda internamente, es posible que sea más efectiva, pues cada uno es consciente de las capacidades, limitaciones y puntos fuertes de cada uno de los trabajadores, que se tendrán en cuenta a la hora de implementar nuevas formas. Es una forma de que la empresa demuestre la confianza en los trabajadores.

La confianza es un proceso que lleva tiempo y que cuando esta asentado sobran las palabras porque se cuida y aumenta todos los días. Confiar supone tender la mano en los bueno y en lo malo porque se cree en esas personas y en lo que puede dar de si.

Debes de comenzar preguntándote ¿Por qué haces las cosas así? ¿Qué otras formas de hacerlas habría? Y ¿Cómo obtener mejores resultados?