Hace ya unas cuantas semanas tuve la oportunidad de poder hacer una presentación sobre el tema de las redes profesionales. Dos objetivos: dar a conocer las posibilidades que ofrecen y crear la seguridad de probarlas.

El grupo era multidisciplinar, de diversas profesiones y sectores profesionales que en la actualidad se encuentran en búsqueda activa de empleo. Lo curioso es que la gran mayoría había oído hablar de ellas pero no sabían muy bien qué eran y recelaban de ellas. Ninguna de ellas las estaba usando en su búsqueda de empleo y, desgraciadamente, no es un caso aislado.

Las redes profesionales están muy extendidas ya en los países anglosajones y ya están comenzando su expansión de conocimiento en España y aun son muy elitistas para perfiles profesionales de alto nivel.

Pero no sólo son útiles en esos perfiles. También pueden ser atractivos para aquellos que estén comenzando su carrera profesional o que ocupen puestos medios. No deja de ser cierto que para que su uso sea más generalizado, debe expandirse como herramientas habituales entre las empresas y sus profesionales de recursos humanos. Pero para que lo hagan, tienen que ser emprendedoras y darle una oportunidad de experimentar de forma real con ellas para poder tener una idea adecuada de los que son y poder manifestar si les son útiles. El problema es que ambos segmentos no las conocen y se permiten el lujo de desecharlas e, incluso, tener una imagen negativa. Este es un mal endémico de la sociedad española y no podremos empezar a crecer hasta que no cambiemos.

En nuestro país los actos de networking son chocantes para las personas que asisten a ellos por primera vez no saben a que van ni que se van a encontrar. Para aquellos que no hayan asistido a uno, lo podríamos resumir en una reunión de un grupo de profesionales de diversos sectores que van a presentarse y conocer a otros profesionales con el objetivo de poder establecer relaciones profesionales de algún tipo. Es decir, interactúa la ley de la oferta y la demanda mediante el establecimiento de sinergias.

La primera vez choca porque uno tiene que salir delante de un grupo de personas desconocidas para presentarse brevemente en 20 ó 30 segundos diciendo qué hace y qué busca u ofrece de una forma clara. A continuación, la tertulia da la posibilidad de que cada cual hable con los que más interés tenga, haciendo intercambio de tarjetas y comenzando, a partir de entonces, una comunicación fluida para ver si llega a buen puerto. Digamos que estos actos de networking son el punto de partida. Luego, se deben desarrollar esos lazos mediante un contacto regular para que tenga futuro.

Esto requiere que aquellos que hagan networking acudan con la mente abierta porque este tipo de actos no constituye reuniones de captación de socios o nuevos adeptos para una secta, ni un grupo de frikis que no tienen nada mejor que hacer.

Por supuesto, esto no quiere decir que uno obtenga en las redes profesionales lo que busca a la primera porque para obtener nuestros objetivos, como con todas las herramientas, se requiere una estrategia a seguir y un trabajo con la correspondiente inversión de tiempo.

Igualmente, no podemos pretender que todas las personas que acudan a un acto de networking conecten con vosotros porque eso es lógico. Una persona que acudió hace tiempo ya a un acto de networking me decía que había gente extraña y yo le pregunte ¿A qué llamas gente extraña? Respuesta subjetiva, claro está. ¿Quién de nosotros no tiene rarezas?

Como en todo, tenemos que saber filtrar y quedarnos o centrarnos en las personas que más interés tengan para nuestros fines para hacer networking.

De la misma forma, será necesario abrir la mente porque el networking lo podéis hacer en una conferencia, en una cena, en un viaje, en el teatro, en un medio de transporte, etc., es cuestión de que surja de forma fortuita y espontánea, pero también hay que saberlo hacer.

Si reducimos por un momento, las relaciones personales a una sístensis, imaginaros que una persona, nada más conocer a otro, le preguntase ¿Quieres ser mi amigo? Como es natural, no es un bueno comienzo, pues la propuesta puede conllevar una idea equivocada en la mente del otro, forzando o precipitando las cosas. El networking requiere que seáis vosotros mismos y que uséis el sentido común.

Así que como conclusión me gustaría comentar que antes de que habléis sobre las redes profesionales, les deis una oportunidad, probándolas y conociéndolas para poder tener una visión propia de ellas.

Personalmente, creo que tienen futuro y que son necesarias. Aunque a día de hoy, en nuestro país, aun son una moda “rara” que esperemos que no sea pasajera ni elitista, pudiendo convertirse en una gran herramienta en la selección de personal, búsqueda de empleo y en el desarrollo corporativo.

¿A que esperas para probarlas?